23 agosto, 2012

Quédate

A día de hoy es lo único que puedo pedirte, aunque probablemente no me harás caso, pero es lo único por lo que realmente se desmoronaría mi mundo en cuestión de segundos. Porque en una sola palabra se resumen todas mi necesidades, que no son más que estés conmigo y todo lo que ello conlleva.
Quédate porque nunca es suficiente y odio quedarme con las ganas. Porque sabes mejor que nadie que hacemos un mundo nuevo cada día y destruimos murallas y preocupaciones si nos lo proponemos. Porque está demostrado que podemos llegar a ser felices juntos, sin el mínimo esfuerzo. Porque no sabría qué hacer con tu vacío, ocuparía un hueco demasiado grande. Por eso, escóndete si quieres en un resquicio de mí, pero donde pueda verte siempre que quiera. Porque prefiero odiarte hasta el extremo a tener que olvidarte.
"Quédate hasta el día que lluevan pianos"

03 junio, 2012

Me gusta dormir entre sábanas nuevas

Y cuando digo nuevas, me refiero a desconocidas. O bueno, quizás a las tuyas. O tal vez a tus brazos. 
Mierda, que lío.
Me gusta el olor a hierba recién cortada, y cuando digo hierba recién cortada, quiero decir tu pelo recién lavado o tus uñas recién pintadas. Aunque pensándolo mejor... me quedo con tus pestañas.
La predicción atmosférica y ver como La Chica del Tiempo dibuja y baila sobre mapas, o quizás tu cuerpo e imaginarme a un arquitecto esbozando caricias en él.
Me gusta el filo de los vasos, aunque a veces me produce una especie de grima que hace que la preferencia por el de tus labios se acentúe.
Dibujar en las esquinas de los libros, o dibujarte sonrisas.
Llevar siempre un amuleto encima, o ya sabes, a ti si me lo permites.
Las lágrimas, pero estas de verdad, ya sean de risa o de felicidad creo que es de las pocas cosas que no tienen horarios, ni límites, ni fronteras, de lo poco verdaderamente libre. Y unido a ello está el 'rimmel' entremezclado echando carreras por tus mejillas, aunque cuando se te corre el carmín de los labios... es algo precioso. 
Me gustan las sorpresas, las adoro, pero los nervios cuando tienes algo planeado que deseas con todas tus fuerzas que salga bien, es la mayor de mis pasiones.
Los aviones, la sensación de volar. Y cuando digo volar no me refiero solamente a la física, sino a la imaginación, al miedo, a las ganas, a los sueños. Creo que estas cuatro cosas son las que siempre tienen que estar presentes, pase lo que pase. Los principales pilares. Siempre viene bien tener un resquicio de mente de niño.
Los recuerdos, sobre todo en los que apareces tú.
Me gusta el mar, es algo sobrenatural. Pero cuando llegas tú y te pones a saltar las olas haciendo que ese mechón de pelo te tape parte de la cara, me atrevería a decir que estoy plenamente enamorado.
La poesía, pero no la que está en los libros. Prefiero la de los ascensores, la que (me) escribes estando en clase de historia en el clímax de tu aburrimiento, la que aparece en la esquina de alguna pared, o en los castillos de arena derrumbados por sonrisas infantiles.
Pero ahora llega la que probablemente sea mi pasatiempo favorito y no necesita aclaración alguna, porque no sabría encontrar las palabras y decir algo más sería una falta de respeto. Porque es alegría y tristeza junta, fiesta y soledad, belleza, felicidad, ganas de todo y de nada, todos los opuestos que te puedas imaginar. Y la que nunca te abandona.
Querida música, eres la única que permanece de verdad en todos los momentos de la vida.

19 mayo, 2012

Y ahora llega el momento más complejo del día


En el que tengo que resumir aquí, en unas pocas líneas, doce años de amistad, que se dicen rápido. Es difícil porque probablemente ya te lo haya dicho todo, aunque me cueste, sabes que una vez al año procuro hacerlo.
Cómo decirte que quizás no pueda darte soluciones para todos tus problemas, ni tenga respuestas para todas tus dudas y miedos, pero que aún así, estaré aquí para escucharte. Que los logros, superaciones y méritos son todos tuyos, pero que disfruto enormemente de ellos cuando te veo feliz. Que las lágrimas pierden su valor por ser de cocodrilo y que el amor se esconde porque no quiere ser encontrado y destrozado por nadie, pero que el mío siempre lo tendrás aquí, y espero que esto ya lo supieras. Que si algún día sientes que te falta el peso de las mantas que te dan esa seguridad al dormir, puedes utilizarme a mí como ellas, siempre y cuando no me des los buenos días con tu: "¿Estás despierta? ¿sigues durmiendo? ¡oooooye! ¿estás despierta?".
Ya sabes también, que en ocasiones no puedo evitar tus lágrimas, pero podemos compartirlas juntas, sin ningún problema. Que me proporcionas seguridad, y en ocasiones miedo cuando pareces leer mis pensamientos, pero que me gusta, porque me doy cuenta de todo lo que me conoces. Que la vida está para reírse con ella y que yo te acompañaré siempre que estés dispuesta a hacerlo. Que si caes solo tienes que levantarte y mirar hacia adelante, y yo estaré aquí si necesitas ayuda. Que la vida está llena de gente, pero de muy pocas personas, y cuando encuentras a una que de verdad merece la pena, debes preocuparte por no perderla. Y esto es, básicamente, lo que me pasa a mí contigo. La vida está llena de ese tipo de cosas: de gente, de personas, buenas y malas, de familia, de amigos... Este último grupo puede ser divisible en dos: los que se quedarán contigo siempre, y los que cuando menos te lo esperes, te darán la espalda. Obviamente, en el primer subapartado me tendrás a mí pase lo que pase, pese a quien le pese. Aguantaré tus gritos, tus bajones, tus días de felicidad plena, tus sonrisas, tus abrazos, tus broncas, tus charlas, tus momentos ejerciendo como psicóloga, tus locuras, tus gritos, tus bailes, tus manías, tus movidas, tus recuerdos. Todos ellos, sin el mínimo problema, porque me gusta, y así de una forma u otra me demuestras que estás aquí conmigo, en todo momento, al igual que yo.
Gracias por cada detalle, por pequeño que parezca. 
"No es porque digas la verdad, es porque nunca me has mentido" 
Felices quince, pequeña.

11 mayo, 2012

Quizás no nos quepa todo el amor en un beso y tengas que quedarte a dormir.

Y dormir hasta las tantas en la curva de tu espalda o despertar y encontrarme cicatrices del tamaño de tu nombre.
Y que se nos nuble la vista, se mezclen los colores de la habitación y no podamos diferenciar el origen de nuestros cuerpos.
O que me mires y sonrías, pensando que podrías beber tequila en mis hoyuelos.
O recorrer cual mapa físico tu cuerpo, utilizando los lunares como capitales y puntos clave.
Y que se apague el sol, y se encienda la luna. Que brille durante horas y se refleje en tus pupilas, combinándose el blanco con el marrón.
Y que apuntes los días que te debo, para poder devolvértelos acumulados y así saborearlos mejor.
O que subas a mi ventana trepando por mi pelo, a dibujarme sonrisas mañaneras. De esas con sabor a chocolate, puestos a elegir.
Pero sobre todo, que podamos llegar a desmentir aquellos desvaríos que la gente relata sin haberte conocido, y por tanto, sin haber descubierto lo que es la felicidad hecha persona.

09 mayo, 2012

"Cambiaría todos mis mañanas por un solo ayer y el despertar cada día amarrado a su cuerpo"

Por el rabillo del ojo pude ver como se escabullía de entre las sábanas, intentando no hacer movimientos bruscos. Permanecí inmóvil varios minutos, observando todos sus movimientos. 
Cuando ya había conseguido deshacerse del nudo formado por nuestras ropas, la vi alejarse por el pasillo. Llevaba mi camisa de cuadros disfrazada de camisón; le tapaba raquíticamente el culo y he de reconocer que despertó en mí un gran deseo y excitación. Caminaba a hurtadillas con el pelo alborotado, pero con la misma belleza con la que se había acostado la noche anterior. Tenía unas largas piernas, con gemelos marcados y un lunar en el muslo completamente indescriptible.
Me quedé así, sin hacer nada, simplemente observándola y disfrutando de su presencia.
Tenía una sonrisa sincera, en ella se respiraba confianza y me recordaba a la de una niña indefensa. Su pelo era castaño, con algún destello más pálido, nada del otro mundo. Piel de porcelana, cintura de avispa y ombligo prácticamente perfecto, apetecible. En poco más de una noche me había memorizado cada detalle de su cuerpo, por el temor de no volver a verlo. Sus ojos negros eran tan penetrantes que más de una vez evité mirarla directamente porque sabía que caería rendido en un abrir y cerrar. Pero resultó inútil, ahora me resiento de haber tardado en darme cuenta, ya que aquella mañana, el sueño acumulado de varios días, el relajante olor que había invadido mi habitación y las ansias por soñarla, se apoderaron de mí y cuando volví a despertar lo único que permanecía en esta casa era su ausencia y una vaga tristeza que aún hoy permanece.

22 marzo, 2012

Nos reíamos, nos probábamos.

Como si no nos conociésemos de nada, como dos extraños que, de una manera u otra habían decidido acabar la noche juntos. Resulta extraño y a la vez gracioso, ya que llevamos juntos más de quince años. Pero quizás lo más curioso no sea eso, ya que a día de hoy es lo propio en una pareja. Lo mejor de todo es levantarse cada día con las mismas ganas verle, como si hubiera pasado de todo entre nosotros, menos tiempo y sorprenderme cuando, una vez más, me doy cuenta de que sigue a mi lado. Mantengo las ansias de desearle un buen día, o de llevarle el desayuno a la cama algún que otro domingo, o de las discusiones tontas, o de las peleas por el mando de la tele, o los ataques de cosquillas. Me gusta conocer su voz en todos los formatos y tener mis preferidos. Y de algo estoy segura, nunca me cansaré de su sonrisa y de aquello que tenga algún tipo de relación con ella, de sus labios, las grietas que el invierno les produce, el sabor salado que toman después de un día de playa en verano, sus besos en otoño o el color rojizo que parecen adquirir en primavera. No me importa conocer ya todos y cada uno de sus lunares, cicatrices, manchas de nacimiento y los centímetros que hay entre cada uno de ellos, pienso seguir investigando. Saber sus defectos, a qué se debe cada suspiro, cada estremecimiento, no es excusa. Conocer sus puntos débiles, lo que le saca de quicio o lo que le hace sonreír en cualquier momento, me gusta más que cualquier cosa y no entiendo como lo hace, pero logra sorprenderme cada día, y espero que eso no cambie nunca, porque es lo que más feliz me hace en este mundo de locos.

21 febrero, 2012

Cada vez que huelo tu perfume me acuerdo de ti

De tus pupilas dilatadas por el ansia de mi, de la manera en que tu nariz se acomodaba junto a mi oreja cada noche, y de como se mantenía en la misma posición por las mañanas. Mi cuello parecía haber adoptado tu forma, cada día me sorprendía más. Se había acostumbrado a tu respiración a escasos centímetros, al igual que yo. Adicta a la manera de entrelazar los pies para no pasar frío y a las continuas peleas por quién se llevaba la mayor parte de sábana. Todo esto no quiere decir que te eche de menos, que va. Solo recuerdo gestos, días. Las infinitas horas de conversaciones, en las que siempre teníamos algo que contarnos. La manera en que te mordías el labio inferior cuando no aguantabas más sin darme un beso, y lo bien que acababan todos y cada uno de esos momentos. El cómo conseguías pintarme sonrisas cada mañana, cuando te veía acomodado en la almohada, la que yo cambiaba sin sufrir lo más mínimo, por tus brazos. Me encantaba ver cómo te sonrojabas, haciendo que la hendidura de tu mejilla se volviera súbitamente escarlata. Cómo protestabas cada vez que te hacía cosquillas, pero aún más si cabe, tu sonrisa, esa que no tiene nada que envidiar a las estrellas. Vale, después de esto... igual toca reconocer que un poco sí que te extraño, pero poco. Quizás los carruseles de besos de cada tarde, en el sofá, viendo películas una tras otra. A lo mejor, el entrar en la habitación y tener todo el aire para mí, ya que cuando entrabas tú parecía esconderse detrás de la puerta aumentándole la fiebre. O el poder ponerme la camiseta de mi equipo favorito sin que nadie proteste contra ello. Mierda, que sí te echo de menos. Que si ahora mismo me concedieran un deseo sería que estuvieras aquí conmigo como las noches pasadas. Y que nadie dijo que la vida fuera fácil, pero yo digo que si tú siguieras aquí se volvería un poco menos puta.

06 febrero, 2012

"Arrepiéntete de lo que hayas hecho, no de lo que dejaste por hacer"

Cuando se te pase por la cabeza la idea de darte por vencido, piensa en todo lo que te queda por vivir y continúa, no abandones nunca. Es de cobardes, de conformistas y de gente temerosa. Imagínate como iría el mundo si todos hicieran lo mismo que tú. Lo aburrido que sería, y las experiencias que dejaríamos de vivir por miedo. Piensa en el gran futuro que te espera; en los grandes momentos, pero sin olvidar, claramente, a las grandes personas. Y continúa. Otro paso más. Sigue. Siempre hacia delante.

03 febrero, 2012

Hoy quiero ir más allá

Soy mala para dar consejos, nunca sé opinar explícitamente de las cosas. Pero hoy para no decir el típico "felicidades" a secas me intentaré esforzar. 
Quiero decirte tanto que tanto se queda corto y no se por dónde empezar. Quería que supieras que adoro que te caigas, que tropieces, que choques mil veces con la misma piedra, porque sé que después de eso viene la forma con la que te levantas dejando de lado al mundo, produciendo hendiduras en las mejillas de todos los que están a tu alrededor. Que admiro tu capacidad de escuchar, de comprender, pero también de ser superflua cuando debes serlo. Que lo que deseamos no tiene por qué ser la elección adecuada, pero me gusta escoger mal para que luego puedas venir tú y con una simple palabra solucionármelo todo. Cabe añadir que a veces detrás de las caídas se esconden brazos que son capaces de soportar tu peso a pulso, y que me gusta pensar que yo soy esos brazos en ti. Que a veces los fallos se convierten en aciertos, que un clavo suele sacar a otro clavo. Quería recordarte lo mucho que admiro tu madurez, en los momentos en los que la necesitas, pero también tus momentos de niña frágil, en los que me gusta pensar que te protejo, y que gracias a eso te encontrarás un poco mejor. Hay tanto que decir que las palabras se quedan cortas, joder. Que no se puede expresar, pero ni aquí ni allí, ni con gestos ni con palabras.
Cada día que pasa nos hace más fuerte, y eso es lo mejor que nos puede pasar y lo que más tengo que agradecer(te). La forma en la que nos apoyamos mutuamente en los momentos jodidos de verdad y seguimos adelante con borrón y cuenta nueva. Lo grande que es aprender, sobre todo si es contigo. La cantidad de anécdotas que podemos llegar a escribir después de tantos años (tantos que ya dan hasta la risa). Que me quedo con los recuerdos, con todos, buenos y malos, los que nos han hecho pasar días sin hablar, los que nos han producido enfados, los que nos generan momentos de euforia y de felicidad máxima. Y si ahora mismo me dieran a elegir, me quedo con lo seguro, con estar a tu lado, con sus pros y sus contras.
Te preguntarás por qué escribo todo esto, aquí, y hoy. Sinceramente, porque es lo que más me apetece en estos momentos. Porque ya está todo dicho; el cuerpo ya lo sabe, pero a veces la cabeza necesita y quiere oírlo. Y sé que no lo suelo decir/escribir habitualmente. Pero hoy sí, será por la cantidad de cosas que tengo que agradecerte acumuladas en estos últimos meses o porque te quiero un poco más de lo normal. 
Tengo claro que no quiero llegar a echar de menos, si es de manera en que me pasa con ella cuando no está.

27 enero, 2012

venir de sus ojos y decir que has visto París

Era una de esas chicas que llaman la atención, aún sigo sin entender el por qué. Pero ocurrió una tarde de otoño, como otra cualquiera. Nos cruzamos a pocas manzanas de mi casa. Salí a dar un paseo, para despejar y ella caminaba de manera distinta. Tenía pinta de ser una mujer segura de sí misma, pero a la vez mostraba una parte de niña pequeña y sensible. Todo esto, pude observarlo en décimas de segundo, con un simple cruce de miradas. Di unos pasos más, y me giré. Tenía una buena "espalda", su melena castaña estaba amordazada por una especie de recogido, medio deshecho, y sus vaqueros ajustados dejaban ver sus largas piernas. Mierda, ¿de qué color tenía los ojos? No pude fijarme. Entonces me di la vuelta, aceleré el pasó y picándole sin vergüenza en el hombro, le dije lo primero que se me pasó por la cabeza: "perdona, estoy haciendo una encuesta sobre el color que predomina en los ojos de las mujeres guapas, ¿me permites" -sonrió, se sonrojó- "está bien, haré otra sobre las mejores sonrisas"-dije. Y ella respondió: "sí, quiero pasar el resto de la tarde contigo, mi nombre es Carla".




Azules, eran azules, los más bonitos con los que me había topado en toda mi vida y tenía el placer de disfrutar de ellos durante toda una tarde, en principio

22 enero, 2012

Las cosas importantes aquí, son las que están detrás de la piel

Cuando las palabras sobran, el silencio se vuelve imprescindible. Lo bueno es que puedes elegir con qué quieres acompañarlo. Yo me quedo con los arrumacos, los besos, las sonrisas, los abrazos y las muestras de cariño. Me quedo con los "te quiero". Con el querer decirlo todo hoy por si acaso no hubiera mañana, pero hacerlo mediante gestos. Elijo tardes enteras juntos. Baños de espuma, despertares, amaneceres. Películas a medias y sábanas indiscretas. Elijo que haya toda la confianza posible. Y si pudiera elegir con quién acompañar este silencio, que no te quepa la menor duda, que te elegiría a ti como si no existiera otro.
-Ama, que para odiar nunca se va a hacer tarde-

15 enero, 2012

Al final terminó llegando el frío invierno a su cabeza y a su corazón.

Mientras que sus sentimientos hacia él se apagaban, en lo más profundo de su alma se preparaba una fría e hiriente venganza. Todo lo que un día habían sido sonrisas y felicidad, paulatinamente, se permutaba por un ambiente hostil y una amalgama de odio, rabia, dolor, ira y desesperación, toda ella enfocada únicamente a, sin darse cuenta, quererle más día a día. Pero él nunca regresó; y ella, sumida en la más profunda soledad se miraba al espejo y observaba como los días, semanas, meses y años hacían mella en su joven y antaño, tersa piel. Cada mal paso la sumía en la desesperación, pero no todo podía ser malo... al final, con mucho pundonor, consiguió ahogar sus miedos y haciendo gala de la recuperación de su orgullo, decidió vestirse con sus mejores prendas, salir y en el paso a nivel más cercano, terminar de una vez por todas con esa espina clavada desde joven en su inocente corazón. D.

10 enero, 2012

"De nuevo me sentí helada por la sensación de lo irreparable. Y comprendí que no soportaría la idea de no oír nunca más su risa. Era para mí, como una fuente en el desierto".
Cuando se me pasó por la cabeza, la angustia se apoderó de mí. El simple hecho de no poder sentirle cerca, rozarle, era algo abrumador. Lo peor en los últimos cinco años. Lo incurable. La mayor grandeza que podía desaparecer de mi vida, porque sí, por arte de magia. Y entonces, solo entonces llegue a comprender que era completamente diferente al resto, que no había sabido aprovecharlo en su momento, y que esa idea me perseguiría durante años. Ahora ya no había vuelta atrás.

04 enero, 2012

and I think maybe you're the best thing that ever happened

Creo que no hay personas exactamente iguales, solo semejantes. Que los polos opuestos se atraen, pero que donde estén dos iguales... habrá la mitad de discusiones. Que (casi) siempre hay que dar una segunda oportunidad, aunque digan que las segundas partes nunca fueron buenas. Creo en la amistad y en el amor verdaderos. En la muerte y en la soledad (aunque esta segunda me dé pánico). En que siempre habrá una persona destinada a estar contigo, solo es cuestión de tiempo y paciencia y que esa que necesites en tu vida será la que te demuestre que te necesita en la suya. Creo que muchas veces la imaginación es más importante que el conocimiento. Que una mirada, una caricia, un susurro, un escalofrío, una sonrisa, en el momento adecuado pueden valer más que el mayor testamento del mundo.

Y creo que eso que llaman cielo debería parecerse a tus brazos.