Y que se nos nuble la vista, se mezclen los colores de la habitación y no podamos diferenciar el origen de nuestros cuerpos.
O que me mires y sonrías, pensando que podrías beber tequila en mis hoyuelos.
O recorrer cual mapa físico tu cuerpo, utilizando los lunares como capitales y puntos clave.
Y que se apague el sol, y se encienda la luna. Que brille durante horas y se refleje en tus pupilas, combinándose el blanco con el marrón.
Y que apuntes los días que te debo, para poder devolvértelos acumulados y así saborearlos mejor.
O que subas a mi ventana trepando por mi pelo, a dibujarme sonrisas mañaneras. De esas con sabor a chocolate, puestos a elegir.
Pero sobre todo, que podamos llegar a desmentir aquellos desvaríos que la gente relata sin haberte conocido, y por tanto, sin haber descubierto lo que es la felicidad hecha persona.
"Y trepar por tu ventana" como un príncipe de cuento de hadas, conociendo por primera vez en la vida a la felicidad hecha persona, "dibujando sonrisas con sabor a chocolate". Me gusta mucho.
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