21 febrero, 2012

Cada vez que huelo tu perfume me acuerdo de ti

De tus pupilas dilatadas por el ansia de mi, de la manera en que tu nariz se acomodaba junto a mi oreja cada noche, y de como se mantenía en la misma posición por las mañanas. Mi cuello parecía haber adoptado tu forma, cada día me sorprendía más. Se había acostumbrado a tu respiración a escasos centímetros, al igual que yo. Adicta a la manera de entrelazar los pies para no pasar frío y a las continuas peleas por quién se llevaba la mayor parte de sábana. Todo esto no quiere decir que te eche de menos, que va. Solo recuerdo gestos, días. Las infinitas horas de conversaciones, en las que siempre teníamos algo que contarnos. La manera en que te mordías el labio inferior cuando no aguantabas más sin darme un beso, y lo bien que acababan todos y cada uno de esos momentos. El cómo conseguías pintarme sonrisas cada mañana, cuando te veía acomodado en la almohada, la que yo cambiaba sin sufrir lo más mínimo, por tus brazos. Me encantaba ver cómo te sonrojabas, haciendo que la hendidura de tu mejilla se volviera súbitamente escarlata. Cómo protestabas cada vez que te hacía cosquillas, pero aún más si cabe, tu sonrisa, esa que no tiene nada que envidiar a las estrellas. Vale, después de esto... igual toca reconocer que un poco sí que te extraño, pero poco. Quizás los carruseles de besos de cada tarde, en el sofá, viendo películas una tras otra. A lo mejor, el entrar en la habitación y tener todo el aire para mí, ya que cuando entrabas tú parecía esconderse detrás de la puerta aumentándole la fiebre. O el poder ponerme la camiseta de mi equipo favorito sin que nadie proteste contra ello. Mierda, que sí te echo de menos. Que si ahora mismo me concedieran un deseo sería que estuvieras aquí conmigo como las noches pasadas. Y que nadie dijo que la vida fuera fácil, pero yo digo que si tú siguieras aquí se volvería un poco menos puta.

06 febrero, 2012

"Arrepiéntete de lo que hayas hecho, no de lo que dejaste por hacer"

Cuando se te pase por la cabeza la idea de darte por vencido, piensa en todo lo que te queda por vivir y continúa, no abandones nunca. Es de cobardes, de conformistas y de gente temerosa. Imagínate como iría el mundo si todos hicieran lo mismo que tú. Lo aburrido que sería, y las experiencias que dejaríamos de vivir por miedo. Piensa en el gran futuro que te espera; en los grandes momentos, pero sin olvidar, claramente, a las grandes personas. Y continúa. Otro paso más. Sigue. Siempre hacia delante.

03 febrero, 2012

Hoy quiero ir más allá

Soy mala para dar consejos, nunca sé opinar explícitamente de las cosas. Pero hoy para no decir el típico "felicidades" a secas me intentaré esforzar. 
Quiero decirte tanto que tanto se queda corto y no se por dónde empezar. Quería que supieras que adoro que te caigas, que tropieces, que choques mil veces con la misma piedra, porque sé que después de eso viene la forma con la que te levantas dejando de lado al mundo, produciendo hendiduras en las mejillas de todos los que están a tu alrededor. Que admiro tu capacidad de escuchar, de comprender, pero también de ser superflua cuando debes serlo. Que lo que deseamos no tiene por qué ser la elección adecuada, pero me gusta escoger mal para que luego puedas venir tú y con una simple palabra solucionármelo todo. Cabe añadir que a veces detrás de las caídas se esconden brazos que son capaces de soportar tu peso a pulso, y que me gusta pensar que yo soy esos brazos en ti. Que a veces los fallos se convierten en aciertos, que un clavo suele sacar a otro clavo. Quería recordarte lo mucho que admiro tu madurez, en los momentos en los que la necesitas, pero también tus momentos de niña frágil, en los que me gusta pensar que te protejo, y que gracias a eso te encontrarás un poco mejor. Hay tanto que decir que las palabras se quedan cortas, joder. Que no se puede expresar, pero ni aquí ni allí, ni con gestos ni con palabras.
Cada día que pasa nos hace más fuerte, y eso es lo mejor que nos puede pasar y lo que más tengo que agradecer(te). La forma en la que nos apoyamos mutuamente en los momentos jodidos de verdad y seguimos adelante con borrón y cuenta nueva. Lo grande que es aprender, sobre todo si es contigo. La cantidad de anécdotas que podemos llegar a escribir después de tantos años (tantos que ya dan hasta la risa). Que me quedo con los recuerdos, con todos, buenos y malos, los que nos han hecho pasar días sin hablar, los que nos han producido enfados, los que nos generan momentos de euforia y de felicidad máxima. Y si ahora mismo me dieran a elegir, me quedo con lo seguro, con estar a tu lado, con sus pros y sus contras.
Te preguntarás por qué escribo todo esto, aquí, y hoy. Sinceramente, porque es lo que más me apetece en estos momentos. Porque ya está todo dicho; el cuerpo ya lo sabe, pero a veces la cabeza necesita y quiere oírlo. Y sé que no lo suelo decir/escribir habitualmente. Pero hoy sí, será por la cantidad de cosas que tengo que agradecerte acumuladas en estos últimos meses o porque te quiero un poco más de lo normal. 
Tengo claro que no quiero llegar a echar de menos, si es de manera en que me pasa con ella cuando no está.