25 diciembre, 2011

''Que el miedo a fallar no le impida jugar''

Y de pronto, sin saber cómo había ocurrido, me encontraba tendida sobre su cama con el pelo enredado entre sus dedos, la piel de gallina y las mejillas un poco más rosadas de lo normal. La camiseta se había escabullido sin dejar rastro. El pantalón se había acurrucado a los pies de la cama y mi cuerpo estaba únicamente vestido con una mezcla de nervios, ansia y felicidad. Mi barriga estaba arropada por sus besos; mi cadera, por sus manos y mi espalda por su aliento. Era una sensación confortable, ya que ninguna de estas partes intento deshacerse de él. Mientras tanto, dentro de mí ocurrían cosas indescriptibles. Como si hubieran hecho un cóctel con alegría, preocupación, felicidad, duda, nervios... pero sobre todo amor, mucho amor, más del que hubiera imaginado encontrar nunca.

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