29 diciembre, 2011

hay demasiadas cosas que se quedaron en el tintero


No pude contarte que cada vez que te veía me entraban ganas de gritar un te quiero e ir a abrazarte. Que me enervaban las gilipollas que babeaban detrás tuyo y a las que tú hacías caso. Que te cargaste en una noche mi abstinencia de dormir acompañada; y que ahora, me resulta extraña tu ausencia. Que mientras tú buscabas la forma de deshacerte de mí sin causarme dolor, yo escribía páginas y páginas sobre lo perfecta que sería nuestra historia. Que había demasiadas escenas de película que quería recrear contigo (gilipolleces que nacen en la mente de una gilipollas). Que aquel día que no sabíamos donde estábamos, en realidad no me preocupaba. Que quería perderme contigo, sin saber ni el norte ni el sur; conociendo exclusivamente los centímetros entre tus lunares, y los pasos que podía dar con mi boca entre todos ellos. No pude decirte que no solo me diste la sorpresa más bonita que había recibido en la vida, sino que tú eras la sorpresa más bonita que me habían dado en la vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario