19 mayo, 2012

Y ahora llega el momento más complejo del día


En el que tengo que resumir aquí, en unas pocas líneas, doce años de amistad, que se dicen rápido. Es difícil porque probablemente ya te lo haya dicho todo, aunque me cueste, sabes que una vez al año procuro hacerlo.
Cómo decirte que quizás no pueda darte soluciones para todos tus problemas, ni tenga respuestas para todas tus dudas y miedos, pero que aún así, estaré aquí para escucharte. Que los logros, superaciones y méritos son todos tuyos, pero que disfruto enormemente de ellos cuando te veo feliz. Que las lágrimas pierden su valor por ser de cocodrilo y que el amor se esconde porque no quiere ser encontrado y destrozado por nadie, pero que el mío siempre lo tendrás aquí, y espero que esto ya lo supieras. Que si algún día sientes que te falta el peso de las mantas que te dan esa seguridad al dormir, puedes utilizarme a mí como ellas, siempre y cuando no me des los buenos días con tu: "¿Estás despierta? ¿sigues durmiendo? ¡oooooye! ¿estás despierta?".
Ya sabes también, que en ocasiones no puedo evitar tus lágrimas, pero podemos compartirlas juntas, sin ningún problema. Que me proporcionas seguridad, y en ocasiones miedo cuando pareces leer mis pensamientos, pero que me gusta, porque me doy cuenta de todo lo que me conoces. Que la vida está para reírse con ella y que yo te acompañaré siempre que estés dispuesta a hacerlo. Que si caes solo tienes que levantarte y mirar hacia adelante, y yo estaré aquí si necesitas ayuda. Que la vida está llena de gente, pero de muy pocas personas, y cuando encuentras a una que de verdad merece la pena, debes preocuparte por no perderla. Y esto es, básicamente, lo que me pasa a mí contigo. La vida está llena de ese tipo de cosas: de gente, de personas, buenas y malas, de familia, de amigos... Este último grupo puede ser divisible en dos: los que se quedarán contigo siempre, y los que cuando menos te lo esperes, te darán la espalda. Obviamente, en el primer subapartado me tendrás a mí pase lo que pase, pese a quien le pese. Aguantaré tus gritos, tus bajones, tus días de felicidad plena, tus sonrisas, tus abrazos, tus broncas, tus charlas, tus momentos ejerciendo como psicóloga, tus locuras, tus gritos, tus bailes, tus manías, tus movidas, tus recuerdos. Todos ellos, sin el mínimo problema, porque me gusta, y así de una forma u otra me demuestras que estás aquí conmigo, en todo momento, al igual que yo.
Gracias por cada detalle, por pequeño que parezca. 
"No es porque digas la verdad, es porque nunca me has mentido" 
Felices quince, pequeña.

11 mayo, 2012

Quizás no nos quepa todo el amor en un beso y tengas que quedarte a dormir.

Y dormir hasta las tantas en la curva de tu espalda o despertar y encontrarme cicatrices del tamaño de tu nombre.
Y que se nos nuble la vista, se mezclen los colores de la habitación y no podamos diferenciar el origen de nuestros cuerpos.
O que me mires y sonrías, pensando que podrías beber tequila en mis hoyuelos.
O recorrer cual mapa físico tu cuerpo, utilizando los lunares como capitales y puntos clave.
Y que se apague el sol, y se encienda la luna. Que brille durante horas y se refleje en tus pupilas, combinándose el blanco con el marrón.
Y que apuntes los días que te debo, para poder devolvértelos acumulados y así saborearlos mejor.
O que subas a mi ventana trepando por mi pelo, a dibujarme sonrisas mañaneras. De esas con sabor a chocolate, puestos a elegir.
Pero sobre todo, que podamos llegar a desmentir aquellos desvaríos que la gente relata sin haberte conocido, y por tanto, sin haber descubierto lo que es la felicidad hecha persona.

09 mayo, 2012

"Cambiaría todos mis mañanas por un solo ayer y el despertar cada día amarrado a su cuerpo"

Por el rabillo del ojo pude ver como se escabullía de entre las sábanas, intentando no hacer movimientos bruscos. Permanecí inmóvil varios minutos, observando todos sus movimientos. 
Cuando ya había conseguido deshacerse del nudo formado por nuestras ropas, la vi alejarse por el pasillo. Llevaba mi camisa de cuadros disfrazada de camisón; le tapaba raquíticamente el culo y he de reconocer que despertó en mí un gran deseo y excitación. Caminaba a hurtadillas con el pelo alborotado, pero con la misma belleza con la que se había acostado la noche anterior. Tenía unas largas piernas, con gemelos marcados y un lunar en el muslo completamente indescriptible.
Me quedé así, sin hacer nada, simplemente observándola y disfrutando de su presencia.
Tenía una sonrisa sincera, en ella se respiraba confianza y me recordaba a la de una niña indefensa. Su pelo era castaño, con algún destello más pálido, nada del otro mundo. Piel de porcelana, cintura de avispa y ombligo prácticamente perfecto, apetecible. En poco más de una noche me había memorizado cada detalle de su cuerpo, por el temor de no volver a verlo. Sus ojos negros eran tan penetrantes que más de una vez evité mirarla directamente porque sabía que caería rendido en un abrir y cerrar. Pero resultó inútil, ahora me resiento de haber tardado en darme cuenta, ya que aquella mañana, el sueño acumulado de varios días, el relajante olor que había invadido mi habitación y las ansias por soñarla, se apoderaron de mí y cuando volví a despertar lo único que permanecía en esta casa era su ausencia y una vaga tristeza que aún hoy permanece.